

Lo que hace la diferencia entre la promoción de terrores y «enemigos» para el control social del siglo XX es que ahora la retransmisión y el machaque propagandístico por parte de los medios es continuo e implacable y además usa las redes como altavoz de fanáticos jaleando. Alimentación continua del miedo, espiral del terror, la insolidaridad y la obsesión por temas que refuerzan el sistema (Procés, islamismo, Covid, apagón, pánico nuclear), nunca lo cuestionan, con dos bandos impostados, que siempre resultan ser el mismo, el del capital. La guerra es un juego, The War Game (Peter Watkins, 1966, Reino Unido, no obtuvo licencia de proyección en su país de producción y no se exhibió en la cadena que la produjo, la BBC, hasta 19 años más tarde, pese a haber ganado el Óscar al mejor documental y el BAFTA al mejor cortometraje).